“Esto implica contemplar los límites de la ley, de la ética; aunque códigos deontológicos tenemos todos los medios para cumplir con aspectos, como la contextualización de la información y la verificación. Para nosotros, la autorregulación es una norma que está vigente y al ponerla en el proyecto es un reto para tener claros los límites”, añade.

Rocha recuerda que la autorregulación hace que el periodismo acuda a las fuentes, para lo que es importante que la sociedad esté organizada para que tengan sus voceros. “Nuestros códigos de trabajo están dados para responder los requerimientos de información que requieren los ciudadanos en ejercicio de sus derechos”.

Añade que la ética se basa en “respetar la información y no especular, porque los medios que trabajamos con información también trabajamos con la opinión”.

Patricio Barriga, exconsejero del Consejo de Regulación de la Comunicación (Cordicom), tiene una visión distinta. A su criterio, no ha sido la “mejor experiencia que los medios se autorregulen”.

“Los códigos deontológicos fueron letra muerta, porque al momento de producir contenidos, informativos, de entretenimiento, no reunían las características que se habían puesto en esos códigos. Eran una declaración lírica”, subraya.

Considera que los medios responden a una “lógica del espectáculo que sacrifica muchos de los principios, sobre todo en las noticias, de observar la verificación, contrastación y de decir la verdad”.

Esta propuesta “con todo el respeto que merecen los mandantes, hace alusión a una agenda extraña, una agenda de ciertos grupos económicos que presionan y que han buscado echar abajo la Ley de Comunicación, porque lo que está de fondo es la discusión de la redistribución del espectro radioeléctrico e instaurar una hegemonía”.

Reconoce que los medios tienen sus mecanismos de autorregulación, pero es necesario “el control social”, que estaba representado en el Cordicom, que se creó por vía consulta popular en el 2011, y que “fue maltratada”, pese a que su objetivo era defender los derechos de la ciudadanía.

Patricia Estupiñán, periodista y directora editorial de la revista Vistazo, afirma que la autorregulación está vigente en el país, y el “público es el que tiene la opción de comprar o no un periódico, de suscribirse, de mirar o no un noticiero”.

“Esa autorregulación es la base para que se pueda tener libertad de expresión. En el gobierno de Rafael Correa se puso una mordaza a la prensa, para que solo exista una verdad oficial. Al contrario, mientras más voces existan y puedan expresar su opinión y hacer periodismo es mejor para la sociedad”.

Para Estupiñán, los medios son el “guardián de los intereses de la colectividad, no son perfectos, tienen sus defectos y limitaciones, pero la comunidad los puede rechazar o cuestionar. Es cuestión de la credibilidad”.

Refiere que hay leyes que sancionan cuando se ha dañado la honra de un ciudadano, por lo que no cree que debe haber una ley específica para la prensa. “La carrera de periodismo obliga a ejercer con un código de ética que tienen los medios, y si un periodista se inventa una historia es despedido, que no considere dos fuentes, no publica su artículo. Cuando los medios cometen errores rectifican y piden disculpas, incluso se expone a un juicio civil si ha dañado la honra”, explica.